¿Y si los vampiros en verdad existiesen?
Quizás no sea una locura lo que Bram Stoker se planteaba con la sensación que causó Drácula, basándose en los mitos y la tradición eslava, y es que los particulares comportamiento de este conde coincide con los síntomas que ocasiona una enfermedad conocida como la Porfiria.
La porfiria hace referencia a una serie de enfermedades hereditarias causadas por la acumulación de las substancias productoras de porfirina, por culpa de la acumulación el hierro y el oxígeno no se van a transportar eficazmente en la sangre por parte de la hemoglobina.
Hay 2 tipos de porfiria→
AGUDA: Afecta al sistema nervioso de forma rápida y agresiva, sus síntomas se dan de forma intermitente con períodos asintomáticos. Los síntomas principales de la porfiria aguda son: el dolor abdominal/de pecho/espalda, náuseas, paranoia, alucinaciones, convulsiones...
CUTÁNEA: No afectan al sistema nervioso, se centran más en la fotosensibilidad de la piel y las quemaduras provocadas por la exposición solar. Los síntomas se desencadenan a causa de la exposición solar: fotosensibilidad, edemas, eritema, piel delgada, picazón...
Independientemente de los signos y síntomas de cada tipo de porfiria estos varían aún así según la gravedad de cada paciente.
Por desgracia la porfiria no tiene cura, pero sí que se puede intentar cambiar los estilos de vida o las acciones que provocan o empeoran los síntomas.
Caso:
Para ilustrar esto mejor vamos a relatar el caso de un famoso paciente de porfiria, Vlad el Empalador, la inspiración de Drácula.
Vlad el Empalador o Vlad Țepeș era un príncipe del sur de Rumanía que tenía la particularidad de empalar a sus enemigos y de dejarlos empalados alrededor de su palacio a modo de “bosque”.
En realidad este sufría de porfiria eritropoyética que le provocaba anemia, fotofobia y dificulta la ingesta de ajos. La solución de los médicos fue que bebiese sangre animal pero él decidió beber sangre humana de los enemigos que empalaba.
